Hotel Hanabanilla en contacto con la naturaleza

Hotel Hanabanilla en contacto con la naturaleza

Conversando con unos amigos sobre las bellezas naturales de Cuba, les hablé sobre el hotel Hanabanilla y el Río Negro, situados en la vertiente norte de la Cordillera Guamuhaya, más conocida por los cubanos como la Sierra del Escambray, en la central provincia de Villa Clara.

Resultó que ninguno de ellos había visitado esos lugares y los convencí para ir juntos en una excursión de fin de semana. Se puede acceder a este hotel desde cualquier punto del país; ya sea en un bus turístico comprando la excursión en un buró de turismo o si decide ir en taxi, también lo puede lograr, acordando previamente el precio con el chofer.

Un hotel sencillo y agradable

Reservamos 2 noches en el hotel Hanabanilla – renovado, limpio, con una jardinería exuberante y colorida, y una agradable piscina con vista al lago de igual nombre enclavado entre las montañas. En el hotel ofrecen excursiones marítimas desde su embarcadero a la cascada El Nicho, al poblado de Jibacoa y a otros intricados parajes de belleza natural, como Río Negro. Esta última fue la que escogimos, con almuerzo incluido en el ranchón del mismo nombre.

Al amanecer, cuando abrí la ventana de la habitación, me quedé boquiabierta al contemplar tanta belleza. Con el rocío de la noche y la neblina mañanera, el paisaje del lago Hanabanilla era impresionante; parecía que estaba entre las nubes y no existía nada más alrededor. Poco a poco tras la salida del Sol, fui descubriendo los pequeños islotes que emergen del lago.

Me resultó curioso ver muy temprano a los niños con su uniforme escolar trasladándose en embarcaciones locales desde sus casas en las lomas hacia su escuela, situada en un caserío cercano al hotel.

Recuerdos de mi niñez

Cuando era pequeña, disfrutaba ver en un viejo libro de geografía de Cuba, una foto de la cascada precipitándose al lago, y me daba un poco de temor – niña al fin – pensar que si me paraba bajo ella sería como una insignificante hormiga, tan alta era su caída. Y cuán no sería mi asombro años después, cuando supe que, tras una magistral obra hidráulica para almacenar las aguas del río durante la época de lluvia, quedó la mágica cascada de mi infancia bajo el nivel del agua del nuevo embalse.

Una buena elección para disfrutar de la Naturaleza

Con ropa y zapatos cómodos, sombrero para el sol y cámara fotográfica en mano, partimos. Durante la travesía de unos 30 minutos en una rústica embarcación, mucho disfruté contemplando la vegetación de las montañas a ambos lados del río y a diferentes alturas de las lomas, entre frondosos árboles, pude contemplar los tradicionales bohíos donde, en sus alrededores, las campesinas tendían al aire la ropa recién lavada y los hombres preparaban la tierra para cultivarla.

Por el camino los habitantes del lugar que navegaban en sus botes, saludaban a todo aquel que se encontraban a su paso. Así son los campesinos cubanos, afables y amistosos.

En los ensenachos del río lo mismo veíamos a jóvenes campesinos dándose un chapuzón, que a pescadores en sus botes o sentados sobre cámaras de autos infladas con los pies dentro del agua, tratando de lograr una buena pesca. Y de pronto, tras un recodo del río, descubrimos entre la más variada flora, un ranchón con techo de guano, que como una joven coqueta se escondía y se revelaba ante los ojos del navegante. Atracamos en el embarcadero y comenzamos el ascenso por una rústica escalera de cemento.

Hotel Hanabanilla

Al llegar allí, el bellísimo paisaje circundante me invitó a volver a disfrutarlo algún día. Y también, el almuerzo criollo con frutas tropicales, ensaladas naturales y frescas, los jugos de frutas naturales y el esperado lechón asado que tanto nos gusta a los cubanos. Como postre elegí mermelada de guayaba con queso, entre una apetitoso natilla y un flan acaramelado. Saboreamos la comida sentados en taburetes como un paisano más, donde no faltó la sonrisa amistosa y hospitalaria de quienes nos sirvieron.

Qué agradable me resultó escuchar a tantas aves cantando al unísono entre el verdor de los árboles y las coloridas flores, entre las que se destacaba la flor Mariposa, símbolo patrio cubano.

La excursión por Río Negro con almuerzo incluido cuesta alrededor de 10-15 CUC si la compra en un buró de turismo o directamente en la recepción del hotel Hanabanilla, o puede preguntar por ella a su agente de viaje para que se la incluyan en su programa de viajes en Cuba.

En el hotel nos explicaron que aquellos que viajen en pequeños grupos y deseen pasar una noche en contacto directo con la naturaleza, pueden solicitar al hacer su reserva (ya sea directamente a la cadena hotelera Islazul o a alguna agencia de viajes), colchonetas para dormir al aire libre y pernoctar cerca del ranchón al son de las aves nocturnas.

Una interesante caverna

Indagué por una pequeña cueva que había visitado hacía muchos años y no lograba recordar su ubicación con exactitud. Resultó que estaba muy cerca de allí a la vuelta de la misma montaña del Ranchón, el cual en aquel entonces no existía.

Uno puede negociar con el conductor de un bote para que lo lleve hasta allí por un módico precio. Solo con decirle que está a unos 500 metros después del embarcadero del ranchón y que se accede a ella en bote bastará, pues ellos conocen muy bien toda la zona.

En un pequeño bote entramos en la caverna, pues las aguas del río la inundan en su parte baja, y escalamos la montaña por dentro, iluminada por los rayos del sol a través de un boquete en lo alto. Salimos por esa abertura al exterior en la cima de la montaña y desde allí contemplamos un bello paisaje a la redonda. Descendimos hasta donde el botero nos esperaba para volver al embarcadero del ranchón, mientras charlábamos sobre las caprichosas formaciones rocosas con que la Naturaleza dotó a la cueva.

Por la noche, fue reconfortante visitar el bar en el piso superior del hotel y mientras unos saboreábamos un mojito, y otros un café o una cerveza helada, charlamos sobre nuestras experiencias del día. Me fui a dormir muy satisfecha de nuestra elección.

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