Tradiciones cubanas: El cañonazo de las nueve

Tradiciones cubanas: El cañonazo de las nueve

«¡Sileeeeennncio! ¡Sileeeeennncio!»

Pide una recia voz a lo lejos. Se encienden uno a uno los faroles. Retumba el tambor con toque marcial. Aparecen marchando, como transportados desde tiempos remotos, jóvenes soldados de la Corona española. Sus pasos resuenan sobre los viejos adoquines. Un mar de flashes ilumina la noche habanera desde la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, guardiana de la ciudad. Ha iniciado la ceremonia del cañonazo.

Retumba el tambor en la ceremonia del cañonazo

Uniformados a la usanza de la segunda mitad del siglo XVIII, un oficial, un tamborilero, un portaestandarte, varios artilleros y un farolero que va cantando la historia del cañonazo, protagonizan la fantasía militar.

Breve historia del cañonazo

Breve historia del cañonazo

La tradición comienza a finales del siglo XVII cuando La Habana, para protegerse de los frecuentes asedios de corsarios y piratas, estaba rodeaba de una muralla cuyas puertas cerraban a las ocho de la noche y abrían a las cuatro y 30 de la madrugada. Para anunciarlo, disparaban un cañón desde un buque situado en el puerto. Ya en 1774, al finalizarse la construcción de la Cabaña, pasan a efectuarse los cañonazos desde esta fortificación y desde allí continuaron, incluso cuando se derrumbaron los muros a causa del crecimiento de la ciudad.

La tradición comienza a finales del siglo XVII en La Habana

A partir de 1898 las autoridades decidieron disparar un solo cañonazo, a las nueve de la noche, que sonaría de forma ininterrumpida hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando se suspendió para ahorrar pólvora y proteger la ubicación de la urbe. Pero los reclamos de los habaneros fueron tales que, finalizada la contienda bélica, se restauró la costumbre.

Cañones con nombre

Cañones con nombre

Desde entonces suena como ritual que ajusta la vida capitalina, devenido en agradable recreación del pasado que integra voces y movimientos del Reglamento de Infantería de la España colonial. Se realiza desde la Batería de Ceremonias de la Fortaleza, compuesta por 21 piezas de bronce del siglo XVIII, cada una bellamente decorada y con nombre: Solano, Luperto, La Parca, Ganímedes, Capitolino… y aunque pueden lanzar una bala esférica de hierro sólido hasta 800 metros, en el espectáculo se disparan salvas que caen a poca distancia.

Con una precisión cronometrada inicia el acto. El jefe de dotación da las órdenes. Los artilleros toman la cuchara de carga, vierten la pólvora por la boca del cañón, la comprimen a baquetazos junto a los sacos de yute que funcionan como falso proyectil. Todos miran expectantes.

«¡Para una salva, a mi orden…! ¡Fuego!»

Un estruendo ensordecedor ilumina de súbito la bóveda oscura

La mecha enciende el oído del cañón. Redobla el tambor en rápido zumbido. La respiración se contiene. Todos callan. Es silencio es abrumador. De pronto, un estruendo ensordecedor ilumina de súbito la bóveda oscura. El público aplaude emocionado. Son las nueve de la noche en la capital de Cuba.

Para ajustar los relojes

Para ajustar los relojes

El habanero que escucha el cañonazo comprueba la precisión de su reloj. Dicen los entendidos que el sonido llega a toda la capital; que demora cuatro segundos hasta el Capitolio, 13 hasta la calle Paseo, en el Vedado; 19 hasta la Loma del Mazo, en la Víbora; 32 hasta Marianao; 36 hasta Cubanacán, antaño Country Club. A Santiago de las Vegas, cerca del Aeropuerto Internacional José Martí, llega un minuto más tarde.

Llegue temprano

Llegue temprano a la ceremonia del canonazo

La recomendación es clara: disfrute del cañonazo. De ser posible, vaya entre semana. Cientos de cubanos y extranjeros asisten a diario. Llegue una hora antes. Podrá recorrer los museos, admirar la arquitectura, disfrutará de vistas sorprendentes, obtendrá fotos incomparables de La Habana y garantizará un puesto en primera fila.

La entrada tiene un valor de 8.00 CUC (aprox. 7 euros) y por un pequeño costo adicional tendrá derecho a un palco y un refrigerio. Puede ir en ómnibus o taxi, atravesando el Túnel de la Bahía, una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, o puede tomar la lanchita de Regla, en un recorrido más largo pero interesante, que permite visitar el Cristo de La Habana. Una vez allí, encontrará ofertas gastronómicas diversas en cafeterías y restaurantes, y podrá adquirir un recuerdo de su visita en una de las callecitas adoquinadas que sirven de entrada.

Bellas vistas de la Habana desde la Cabana

La procesión se despide en sentido opuesto. Una alegre comitiva la acompaña, a veces a ritmo de conga propuesta por los visitantes. Todos tratan de disfrutar los últimos instantes de la escena. Nadie quiere despertar del viaje al pasado. Han transcurrido unos minutos después de las nueve y en La Cabaña aún se respira la magia del pasado en el presente y viceversa.

Fortaleza San Carlos de la Cabaña, Patrimonio de la Humanidad

Fortaleza San Carlos de la Cabaña, Patrimonio de la Humanidad

La Cabaña, vecina del Castillo de los Tres Reyes del Morro, es la mayor fortaleza de España en América. Integra el sistema de fortificaciones militares declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto al Centro Histórico de La Habana Vieja.

Etiquetas
Consejos, Cuba, Habana, Que hacer, Tradiciones, Vacaciones, Viajes

One Response

  1. Pablo Penabad 20 junio 2020